Una vivienda supervisada es un entorno seguro donde las personas con autismo pueden vivir de manera semiautónoma, con el acompañamiento de profesionales que les ofrecen apoyo emocional, educativo y práctico.
Este modelo de vida favorece:
El desarrollo de habilidades sociales.
La responsabilidad y la toma de decisiones.
La autoestima y la libertad personal.
Además, se convierte en una solución realista y humana frente al envejecimiento de los cuidadores familiares. Construir más viviendas así es urgente.